domingo, 16 de marzo de 2008

¡Gracias por la risa!


Dolorosa, repentina, triste e incomprensible, la muerte acusó recibo a Jorge Guinzburg, a los 59 años, el miércoles 12, a las 10.30 de la mañana. ¡Qué curiosidad! Justamente a esa hora del día sus ocurrencias y disparates nos hicieron despabilar durante los tres años de sus Mañanas Informales

Jorge estaba internado desde el jueves 6 en el Sanatorio Mater Dei. Esta última vez, debido a la fractura en una vértebra, según los comentarios. Pero el problema de fondo era otro. En realidad, el mismo de siempre: Guinzburg caía una vez más afectado por su enfermedad pulmonar. Sin embargo, desde 2007, la debilidad respiratoria y la infección en sus pulmones se tornó más aguda, más intensa, y el desenlace fue inevitable. Una insuficiencia cardíaca le quitó su última energía, su último aliento, a pesar de la larga y admirable lucha que llevó durante años.

El gran impacto. En cuanto se dio a conocer la noticia, la conmoción invadió los medios de comunicación. Radios y programas de televisión, sin importar señal o emisora, interrumpieron abruptamente sus dichos para dar a conocer el comunicado. La muerte de Guinzburg caló hondo y, durante los primeros instantes, pareció imposible de creer. Los testimonios de los amigos de Guinzburg, estupefactos, no se demoraron, como tampoco la llegada de los periodistas a la puerta de la clínica donde Jorge aún permanecía. Desde allí, y entre gritos y confusiones, su cuerpo fue trasladado en ambulancia a la casa de sepelios Harrington Tarulla, en pleno barrio de Flores. La primera versión decía que Daniel Comba, socio en los proyectos teatrales y amigo personal de la familia de Jorge, había solicitado un velatorio tradicional en Belgrano, pero Andrea Stivel, esposa del conductor, detuvo la organización a último momento, pidiendo que los restos de- Jorge fueran inhumados directamente.

El dolor de sus amigos. Al mismo tiempo que el cuerpo sin vida del conductor y humorista era llevado al cementerio privado Jardín de Paz, una reunión íntima, familiar y a puertas cerradas, dio comienzo en la casa de la familia Guinzburg. Uno a uno, ininterrumpidamente, fueron llegando a la casona de Belgrano compañeros de trabajo, familiares y amigos. Un desfile incesante de personalidades que arrancó al mediodía y no cesó hasta altas horas de la madrugada. La despedida final llegaría el jueves 13, con una ceremonia especial en el cementerio judío de la Tablada. Y aquí el potencial de llegaría no es errado. Porque una cosa es segura: Jorge Guinzburg, su maravilloso recuerdo y la llama del profundo amor que se había ganado, seguirán vivos para siempre.

Fuente: Revista Paparazzi

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jorge fuiste y seras recordado como un grande. El gigante entre los enanos.
Que en paz descanses.
Saludos a toda la familia
Santiago